Por Verónica Zipper
Cuando estás embarazada esperás con ansias el día que nacerá tu bebé. Muchos anhelos, algunos miedos, ansiedad y alegría se mezclan en tu mente y en tu corazón.
El día que por fin tu hijo llega a este mundo es fantástico en un sentido amplio de la palabra. Pareciera que todo transcurre en tu imaginación, que aún no es real. Sin embargo, sostenés en tus brazos a esa nueva personita, que lejos está de ser irreal, y es una sensación fantástica, pero por lo magnífica.
Cuando tu hijo nace con alguna discapacidad también el momento se siente “fantástico” porque aquello que los médicos te están diciendo y/o que vos estás empezando a notar, deseas que no esté sucediendo realmente.
Desde ese instante en que vas empezando a llenarte de dudas, miedos y preguntas, también se van sucediendo un sinfín de momentos únicos que no hacen más que confirmarte lo fantástico que es tu hijo.
Quienes criamos, enseñamos o acompañamos a personas con discapacidad sabemos la importancia que tienen esos pequeños gestos, esos diminutos pasos y cada barrera que se supera. Lo sabemos porque cuando dan un primer salto, cuando logran sostenerse sentados o de pie, cuando balbucean una sílaba, cuando aprenden a caminar -sea como sea su marcha-, cuando se ven los primeros intentos de hacer un dibujo, cuando dicen sus primeras palabras o nos demuestran que comprenden las palabras que les decimos… no importa si todo eso es a los 3, 7, 15 o 25 años. Todo es un paso ganado hacia la independencia, que los (y nos) aleja del miedo para llevarlos y llevarnos hacia la confianza en ellos mismos.
Este año iba a ser el inicio de una nueva etapa, iba a ser el primer año en una escuela especial intercambiando experiencias con nuevos amigos, aprendiendo todo lo que nos diferencia y todo lo que nos iguala. Iba a ser genial, pero no fue.
Sin embargo, lo que sí pudo ser este año, es una gran lista de logros, novedades y avances que nos provocaron una interminable sorpresa, por que surgieron de la posibilidad que nos dio la cuarentena de compartir tantas horas juntos.
Octi, con 6 años cumplidos al comenzar el aislamiento:
- Encontraste seguridad en tu cuerpo para poder saltar.
- Aprendiste a soplar las velitas de cumpleaños, juguetes e instrumentos musicales de viento.
- Ya podés enjuagarte la boca después de cepillarte los dientes, además ahora te divierte el cepillado.
- Lograste lavarte las manos casi solito al ritmo de una canción.
- Aparecieron nuevos balbuceos, intenciones y gestos de comunicación, como tirar besos, decir hola/adiós con las manos o asentir con la cabeza.
- La música, tu gran motivadora, ahora también la disfrutás imitando movimientos y siguiendo algunas coreografías. También sabés pedir tus canciones favoritas con esos pasos de coreografías.
- Ya sabés pedir con señas tu turno para participar de alguna actividad.
- El niño que antes no se quedaba más de 2 minutos por reloj sentado si tenía que pintar o ensuciarse las manos, ahora garabatea con ganas, aprendió a usar la plasticola, mete los dedos en la témpera y se anima con los marcadores.
- Reconocés algunas figuras geométricas, colores, números, letras.
- Te divierte que dibujemos caras con diferentes expresiones que diferencian emociones.
- Los cuentos antes no podían extenderse por más de dos páginas y ahora no podés ir a dormir si no leemos al menos un cuento completo, que además elegís con ganas previamente.
-Los rompecabezas te divierten y te ayudan a concentrarte.
- Sabés vestirte con muy poca ayuda y te encanta hacerlo cuando sabés que vas a pasear. Los paseos también se volvieron más largos porque disfrutás de caminar. Incluso a veces te animas a correr.
Aún hay mucho camino por andar, no todos los días son ideales, pero si nos centramos en todo tu progreso podemos asegurar que no sos genial…
¡SOS FANTÁSTICO!
Comments